Descripción
Viaje al Levante almeriense es un viaje en el que están contenidos otros muchos viajes a ese territorio con el que nos encontramos nada más traspasar el zaguán que se abre tras la llamada Puerta de Oriente, es decir, el de la Axarquía almeriense, singular pétalo de esa flor del mundo a la que se refiere el poeta rumano Mircea Cartarescu en su propio Levante. Se trata de un viaje que intenta plantear otras posibilidades, tanto desde el punto de vista de la forma como del fondo. Por una parte, no pretende expresar una apariencia concreta, sino aproximar al lector a la esencia de las cosas y prolongarla hasta donde se deje llevar por los sentidos. Por otra parte, es una búsqueda alquímica en el intento por encontrar una enzima capaz de fermentar lo efímero en algo perdurable en el tiempo, aun a riesgo de caer en el lugar común, en lo ya sabido. Finalmente, es un intento por hacer algo distinto de los libros de viajes clásicos o de las guías al uso, sin que cuestionemos en modo alguno el valor indiscutible de unos y otras como herramientas útiles y prácticas para quien decide emprender un viaje. Sencillamente, se trata de plantear un libro diferente, un libro como alimento de los sueños, tal y como sugiere el maestro Manuel Vicent: “Viajar consiste en poner el alma en el camino para recordar después los sueños que hayas vivido”.Viaje al Levante almeriense es un viaje en el que están contenidos otros muchos viajes a ese territorio con el que nos encontramos nada más traspasar el zaguán que se abre tras la llamada Puerta de Oriente, es decir, el de la Axarquía almeriense, singular pétalo de esa flor del mundo a la que se refiere el poeta rumano Mircea Cartarescu en su propio Levante. Se trata de un viaje que intenta plantear otras posibilidades, tanto desde el punto de vista de la forma como del fondo. Por una parte, no pretende expresar una apariencia concreta, sino aproximar al lector a la esencia de las cosas y prolongarla hasta donde se deje llevar por los sentidos. Por otra parte, es una búsqueda alquímica en el intento por encontrar una enzima capaz de fermentar lo efímero en algo perdurable en el tiempo, aun a riesgo de caer en el lugar común, en lo ya sabido. Finalmente, es un intento por hacer algo distinto de los libros de viajes clásicos o de las guías al uso, sin que cuestionemos en modo alguno el valor indiscutible de unos y otras como herramientas útiles y prácticas para quien decide emprender un viaje. Sencillamente, se trata de plantear un libro diferente, un libro como alimento de los sueños, tal y como sugiere el maestro Manuel Vicent: “Viajar consiste en poner el alma en el camino para recordar después los sueños que hayas vivido”.
